El cerro de San Juan del Viso o el monte Zulema se erige como defensor de los pulmones verdes y, por ende, de la Natulareza en medio de la devastación urbanística. Las vistas desde este cerro de Alcalá de Henares se convierten en un verdadero espectáculo de luz y de color cuando el sol, cansado de estar ahí arriba durante todo el día, se vuelca con rayos anaranjados sobre la ciudad de Madrid.
También es el lugar escogido por innumerables ciclistas para hacer el cafre con sus mountain bikes montaña a través, con el consiguiente miedo que despiertan en los tranquilos senderistas que deciden dar un paseo por estos lares. Sin embargo, San Juan del Viso fue importante ya desde tiempos inmemoriales, antes incluso que los romanos crearan la próspera y floreciente Complutum.
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Iplacea, la ciudad mítica que los troyanos fundaron en el monte Zulema
Es en época en la cual se enmarca la mítica ciudad de Iplacea. Cuenta la leyenda que cuando finalizó la guerra de Troya, muchos de los combatientes de la famosa batalla se desperdigaron por el mar Mediterráneo. Uno de ellos fue el rey Tehuero, que huyó con sus soldados de Troya tras haber sido vencido por las tropas de la Liga Aquea. Tras un periplo sin rumbo por el mar Mediterráneo, Tehuero y sus huestes llegaron a una salvaje Península Ibérica que estaba sin explorar.
Los guerreros troyanos al mando de Tehuero se adentraron en la Península y tras esquivar múltiples peligros, decidieron instalarse en un promontorio donde fundar un asentamiento. Así nació Iplacea, una comunidad que pronto comenzó a crecer hasta convertirse en una ciudad desarrollada.

Iplacea sorprendería a los propios romanos cuando llegaron a Hispania. Según la leyenda, autores como Plinio y Claudio Ptolomeo dejaron constancia de esta mítica ciudad en sus escritos, debido a que les impactó la ferocidad con la que se defendían ante las legiones de Roma.
Finalmente, Iplacea sucumbió a la insistencia romana, que fundaron la cercana Complutum. Lo que había sido una ciudad creada por los guerreros de Troya ahora eran unas ruinas deshabitadas que con el paso del tiempo desaparecieron para siempre.
La ciudad mítica de Iplacea, una leyenda romántica
La historia de una legendaria ciudad fundada por guerreros huidos de Troya está muy arraigada en Alcalá de Henares. Varios son los locales que llevan el nombre de este fantástico emplazamiento, pues al fin y al cabo solo es eso.
En realidad, ni Plinio menciona en ninguno de sus volúmenes de su Historia Natural a Iplacea, ni Claudio Ptolomeo refleja en su Geographia ningún enclave con este nombre. La leyenda de Iplacea tampoco es recogida por ninguno de los cronistas que ha tenido Alcalá de Henares hasta el año 1890.
En 1890, Manuel Ayala y Raya publica su obra Alcalá de Henares, donde hace un repaso de la Historia de la ciudad desde sus inicios. En este libro donde se menciona por primera vez la mítica ciudad de Iplacea, fundada por un supuesto rey Tehuero que huía junto a sus soldados de la guerra de Troya.

La aparición de esta leyenda coincide con la aparición de un fenómeno que se dio a finales del siglo XIX, enmarcado en los movimientos literarios de la época. Este consiste en crear leyendas con una gran carga de retórica que mezcladas con costumbrismo, espacios y tiempos reales, crean una halo de historicidad que parece real. Se basa en el Romanticismo del siglo XIX, período en el que se escriben las famosas leyendas románticas con un gran componente nacionalista, uno de los rasgos diferenciales de esta corriente literaria.
Así, el historiador Antonio Campmany fijó la falsa y romántica leyenda de que en el barrio de Lavapiés se encontraba la judería de Madrid, o el cronista Mesonero Romanos confirmó las viejas historias de López de Hoyos que hablaban de que la ciudad madrileña había sido fundado por los griegos. Manuel Ayala y Raya no quiso quedarse atrás de sus contemporáneos, por lo que dio vida a una mítica Iplacea situada en el cerro de San Juan del Viso. También añadió a su leyenda romántica el arquetipo del héroe para dar un carácter nacionalista a su relato: unos héroes legendarios de los que descenderían los alcalaínos.
La falsa idea de que Plinio y Claudio Ptolomeo hablan sobre Iplacea se trata de una mala interpretación de la obra citada de Ayala y Raya. En Alcalá de Henares, el escritor habla sobre los dos autores clásicos diciendo que mencionan en sus obras a Complutum. Mencionan a Complutum, pero de ningún modo a Iplacea.

No obstante, la aparición en el cerro de San Juan del Viso de unas monedas celtibéricas con la inscripción de Ikesankom Kombouto pusieron en el mapa la existencia de un asentamiento carpetano en la elevación perteneciente a Alcalá de Henares. El hallazgo rescató del olvido la historia de Iplacea, como si aquellas monedas fueran el más vivo testimonio de su existencia. Un rescate que hizo que hizo que una leyenda romántica adquieriera tintes verídicos y volviera para quedarse, aunque como decía Demócrito de Abdera, «la palabra es la sombra del hecho».

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