Cuando el estadio del Rayo Vallecano fue un campo de concentración franquista

El Estadio de Vallecas ha vivido grandes tardes de gloria, primero con el Racing de Madrid y después con el Rayo Vallecano. En él, aún se recuerdan los años gloriosos de ese Rayo de finales de los 70 conocido como el «Matagigantes» al doblegar a los grandes equipos de España (Real Madrid, FC Barcelona, Valencia CF, Athletic de Bilbao, Atlético de Madrid y Sevilla), o aquella inolvidable temporada 2000-2001 en la que disputó la UEFA y eliminó al potente Girondins de Burdeos francés. Además en sus gradas se puede respirar ese aroma de orgullo de barrio que desprende Vallecas por los cuatro costados.

Sin embargo, los momentos más sombríos que ha vivido este estadio no son los descensos del Rayo Vallecano a Segunda División y Segunda División B, sino que coinciden con la etapa más oscura que ha vivido España en los últimos tiempos: la Guerra Civil.

La población de Vallecas, durante la contienda, se había mantenido leal a la República y defendido con uñas y dientes la democracia frente a los ataques del bando sublevado, que empujaba para tomar la ciudad de Madrid cuanto antes. Es por eso que después del final de la Guerra Civil, la represión se cebó con el entonces pueblo madrileño (se incorporó a Madrid en 1950).

El 1 de abril de 1939, nada acabar la guerra, las tropas franquistas crearon campos de concentración que actuarían como centros de detención para evitar la huida de los vencidos. Y uno de ellos se creó en el estadio de Vallecas (en aquella época denominado como Estadio del Puente de Vallecas).

El campo de concentración de Vallecas era de paso, donde se realizaba una clasificación de los prisioneros. Si no se encontraba ninguna responsabilidad política o militar a éstos, eran liberados; por el contrario, serían trasladados a cárceles como la de Porlier, a otros campos de trabajos forzosos o directamente condenados a muerte. Estuvo vigilado por miembros de la Falange, pertenecientes al Regimiento de Infantería San Quintín nº 25.

Por este campo de concentración franquista pasaron 9.500 personas durante el mes que estuvo en funcionamiento, donde la mayoría de los reclusos eran vallecanos, aunque también había gente procedente de la capital de España. Los allí hacinados vivieron en condiciones infrahumanas: dormían a la intemperie a pesar del frío y la lluvia, no tenían para comer, y vivían entre parásitos. Incluso, algunos autores mencionan que Amós Acero, el alcalde más popular que ha tenido Vallecas, estuvo de paso por este campo antes de estar en la cárcel de Porlier y ser fusilado en las tapias del cementerio de La Almudena.

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Antiguo estadio del Puente de Vallecas

El estadio que había en Vallecas no fue el único que albergó un campo de concentración creado por el bando vencedor. En Madrid, el antiguo Estadio Metropolitano llegó a albergar a 930 personas donde también se realizaron labores de identificación de posibles actos que pudieran ser considerados como delito por la dictadura de Franco.

Hoy, este hecho para haber desaparecido de la memoria de los más jóvenes, pero los más ancianos aún recuerdan las historias de penurias y calvario que se vivieron dentro del campo de concentración del estadio de Vallecas, que durante un tiempo sustituyó el ambiente mágico de una jornada dominical de fútbol por el resquemor y la venganza de uno de los episodios más siniestros de la Historia de España.

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