El siglo XVIII fue testigo de grandes avances científicos, gracias al prototipo de hombre ilustrado que se atrevía a saber en el seno de la razón. Sin embargo, no se abandonó el pensamiento religioso, sino que se adaptó a los nuevos tiempos que corrían. El resultado de esta adaptación queda patente en los boticarios y médicos, que habitualmente habían aprendido en conventos y monasterios donde se potenciaba la ciencia.
En el mar de esa ambigüedad entre el hombre ilustrado y católico debió bucear fray Custodio de Loeches. Como religioso, nunca dio de lado a Dios, aunque supo compaginar sus rezos con el trabajo de boticario: es un ejemplo claro del «ora et labora» que estaba tan presente en los monasterios.
No se conoce la fecha de nacimiento de fray Custodio, aunque sí se sabe que era natural de Loeches, actual localidad madrileña que antaño perteneció al arzobispado de Toledo. Sus padres fueron Juan Dámaso Grandioval y Gregoria Locovar, nacidos en la vecina villa de Campo Real.
Fray Custodio de Loeches tomó el hábito el 19 de octubre de 1721. Gracias a su nueva condición de clérigo, tuvo acceso a bibliotecas donde comenzó a leer tratados de medicina, que habitualmente hablaban de procesos alquímicos que habían utilizado boticarios y protomédicos para conseguir remedios curativos. Su interés por estos temas hicieron que se convirtiera en un boticario de renombre en la época.
No faltaba a sus obligaciones, aunque acudía a la botica que tenía cada vez que era posible. Estuvo investigando y practicando por cuenta propia, hasta que su trabajo alcanzó tal fama que fue nombrado boticario segundo de la Botica de El Escorial.
La Botica de El Escorial, creada por Felipe II, siempre albergó a grandes personajes que no dudaron en abrazar la espagiria (la alquimia aplicada a la medicina) como método para avanzar en el conocimiento. Por aquí habían pasado los grandes boticarios de toda Europa y fray Custodio de Loeches se iba a convertir en uno de ellos.

Además, el monje de Loeches no se iba a conformar con ser el segundo en la jerarquía de la Botica de El Escorial, por lo que comenzó a trabajar duro día y noche entre alambiques y retortas. El resultado fue que en 1723 fuera ascendido a boticario mayor del reino, causando la envidia de unos y la fascinación de otros.
Fray Custodio estuvo 30 años al frente de la Botica de El Escorial y los documentos se refieren a esta etapa como una de las mejores para el laboratorio escurialense, donde siempre estuvo abastecido de las plantas de mayor calidad para crear medicinas.
Su vida se apagó el 3 de mayo de 1753, al ser víctima de una epidemia que acabó con nueve frailes del monasterio de El Escorial. Su fallecimiento, sin embargo, no terminó con su fama, y fray Custodio de Loeches comenzó a ser recordado como uno de los grandes personajes de la farmacopea monacal, siempre a caballo entre la magia, la religión y la ciencia.
Buenos días!
Estoy muy interesada en conocer la autoría y título de la obra al óleo que acompaña a este artículo.
Muchas gracias!
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