En el castillo de Vajdahunyad, en Budapest, se acumula todo aquello que representa a Hungría. No hay monumento en territorio magiar que no se encuentre allí recreado. Al principio todo era de cartón para homenajear a todo un país a finales del siglo XIX, pero el emplazamiento alcanzó tal fama que se decidió transformarlos en construcciones reales.
Los guías turísticos dicen de Vajdahunyad que simboliza al castillo de Transilvania en el que habitó Vlad Tepes, más conocido como Drácula por la obra de Bram Stoker. Estas afirmaciones quedan ratificadas cuando se llega al final del complejo. En un rincón no tan transitado por los visitantes, un busto de piedra mira atentamente solo a los curiosos.
Aquel personaje es fácilmente reconocible. Es nada más y nada menos que la escultura de Bella Lugosi, famoso actor de estas tierras cuya interpretación en la pequeña pantalla del conde Drácula se ha convertido en un arquetipo. Ataviado con la capa que lo caracteriza, el pelo acabado en pico que lo retrata y los colmillos que lo identifican, el busto de Bella solo es un recuerdo pétreo de un personaje muy relacionado con Hungría, a pesar de que muy pocos lo sepan.

¿Qué hacía Vlad Draculea en el reino de Hungría?
Vlad Tepes siempre ha sido un personaje vinculado a Rumanía. De hecho, cuando uno piensa en un símbolo de este país rápidamente viene a la mente la figura del conde Drácula de Bram Stoker, inspirada en el propio Vlad.
Sin embargo, los dominios de Vlad Draculea pertenecían al reino de Hungría. A pesar de ser príncipe de Valaquia y tener su castillo en Transilvania, estaba supeditado al reinado de Matías Corvino, rey de Hungría.

Para Matías Corvino, así como para la cristiandad, Vlad Tepes era un títere al que usaban para su propio beneficio. Era el encargado de frenar al musulmán debido a su frontera natural con los turcos. De hecho, infundía temor en los otomanos después de que las tropas del sultán Mehmed II claudicaron ante el príncipe de Valaquia cerca de la capital de Targoviste; es en este momento cuando recibirá el sobrenombre de «el Empalador» al aplicar el castigo del palo a todos los prisioneros capturados. Según la leyenda, desayunaba con la sangre de los empalados, dando pie al mito que luego Stoker inmortalizaría en su novela Drácula bajo la imagen del vampiro.
Vlad Tepes era importante para Hungría, pero a veces este no cumplía con sus deberes con los dominios a los que pertenecía. Es por ello que Matías Corvino en varias ocasiones encarcelara a Draculea en diversos lugares húngaros para conseguir que «entrara en razón». Debido a estos encarcelamientos existen pistas por diversos lugares de Hungría que se relacionan con Vlad el Empalador.
El cautiverio de Vlad Tepes en Visegrad, el fuerte inexpugnable de Hungría
Hoy, Visegrad es una bonita localidad situada a orillas del Danubio, a unos 40 kilómetros de Budapest. En la actualidad solo cuenta con 2.000 habitantes y parece haber perdido la importancia que tuvo durante la Edad Media.
Visegrad fue el feudo inexpugnable donde vivían los reyes de Hungría hasta las invasiones de los mongoles, cuando se trasladan al castillo de Buda. Así lo recuerdan las ruinas del Castillo que corona la población, al que solo se accede por una carretera tortuosa que atraviesa las montañas. También existen tres torres que se han conservado de la época medieval.

Después de las incursiones mongolas en suelo húngaro, Visegrad cayó en decadencia hasta que Matías Corvino decidió crear aquí un suntuoso palacio de verano, recobrando la importancia que había tenido el lugar para sus ancestros. Todavía quedaban el castillo y las tres torres que tan fundamentales habían sido, y el rey de Hungría decidió darles un curioso uso: recluir al Vlad Draculea.
Allá por 1462, Vlad había conseguido que los turcos retrocedieran. No obstante, tenía rencillas con su hermano menor Radu el Hermoso, que quería la paz con los otomanos. El sultán Mehmed II conocía esta situación, por lo que decidió falsificar una carta y enviársela a Matías Corvino para desmotivar al enemigo tras sus repetidos fracasos; la carta llevaba la firma falsa de Vlad Tepes, y en ella ponía que se rendía ante los turcos y que se había aliado con ellos contra los ejércitos húngaros. El rey Matías tomó como cierta la carta, acusó a Vlad de traidor y lo recluyó durante 10 años en Visegrad.

Durante esos 12 años de cautiverio en Visegrad, el príncipe de Valaquia estuvo encerrado en las celdas del Castillo, deterioradas debido al mal estado de aquel enclave. A medida que pasaban los años, su situación como prisionero fue mejorando hasta ser trasladados a las diferentes torres de Visegrad, donde las condiciones eran más apropiadas. Su encarcelamiento terminaría en enero de 1475, cuando Esteban III de Moldavia pidió que se le liberara para que ayudara a sus tropas en la batalla contra el turco de Vaslui.
Vlad Draculea otra vez cautivo: ¿su tumba está en el laberinto de Buda?
Tras la batalla de Vaslui, donde salieron victoriosos los cristianos, Vlad Tepes recobró su libertad aunque no por mucho tiempo. Draculea se encontraba en su castillo de Poenari cuando de repente una flecha con una nota entraba por su ventana. ¡Era un aviso de que los turcos se acercaban comandados por su hermano menor Radu el Hermoso!
La esposa de Vlad, según la leyenda, saltó desde lo alto del castillo a las aguas del río Arges que lo rodeaba, pues decía que prefería suicidarse a acabar en una mazmorra turca. Vlad, en cambio, consiguió huir gracias a la ayuda de los campesinos del pueblo de Arefu, pero Matías Corvino vio en esta acción una traición, por lo que decidió otra vez encarcelarlo. Esta vez, su lugar de castigo serían las cárceles del castillo de Buda, en el actual Budapest.

En los oscuros pasadizos subterráneos del castillo de Buda, según una de las teorías que existen, fue uno de los lugares donde pudo morir asesinado Vlad Tepes en 1476. También se dice que la reclusión en Budapest no era tal, sino una medida para evitar que fuera asesinado, lo que finalmente ocurrió.
En la actualidad, los antiguos túneles de Buda se han convertido en una especie de museo con ambientación: el Laberinto de Buda. Esta exposición recorre de forma dramatizada los pasadizos del viejo castillo entre oscuridad, una lámpara de aceite y una música un tanto tétrica. En la visita, llena de extrañas estatuas y figuras de cera que rozan lo estrambótico, existe una celda en la existe una tumba. En ella se aprecia claramene una inscripción entre la siniestra iluminación. Pone ni más ni menos que «Drácula».

En realidad, no está enterrado en Budapest. Ni tan siquiera se sabe dónde fue a parar su cuerpo, a pesar de que existen muchas posibles ubicaciones al respecto. Unos dicen que está en la capital de Hungría, otros en los monasterios de Comana y Snagov (Rumanía), y los más osados en la iglesia de Santa María la Nueva de Nápoles.
Pero no deja de llamar la atención el nombre que aparece en la losa, no siendo el nombre de Vlad Tepes, sino el del personaje vampírico que ha hecho que un príncipe cuyo reino que estaba en la misteriosa Transilvania, sea recordado para siempre.

Magnífico, Álvaro 😊
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Interesante artículo Álvaro. Con tu permiso, te dejo esta entrevista al conde en clave de humor… https://elcapitancarallo.com/2019/02/06/entrevistas-monstruosas-el-conde-dracula/
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