«Cuando removieron toda esta tierra para hacer San Pedro (la iglesia) aparecieron por todos lados brazos, piernas, calaveras y no sabemos de dónde vienen», aseguraba una de las seroras que limpiaba la iglesia de San Pedro, en el pueblo navarro de Olite. Unas seroras que, con sus actividades sin pedir nada a cambio, alardeaban de una vieja tradición que se resiste a morir en los bellos rincones de Euskal Herria.
Este templo religioso es de grandes dimensiones, nada que envidiar a las grandes catedrales que hay en España, pero no está abierto al público; solo se puede entrar a él en misas puntuales sin cámaras ni grandes atuendos de turista. Por lo que fue una tremenda suerte, como si el destino quisiera jugar una buena pasada, que aquellas seroras hicieran gala de su particular amabilidad y permitieran que un curioso armado con una cámara fotográfica pudiera moverse, como pez en el agua, por un lugar desconocido al turista que se acerca a Olite. Y es de esta forma como surgen las buenas historias. Historias que merecen la pena ser contadas.

La fosa común de la que nadie sabe nada
Nada más entrar a la iglesia de San Pedro de Olite, un extraño tablado de madera recubre toda la planta. Un tablado hueco que genera desconfianza al andar y que no es normal en un templo de grandes dimensiones. Sin embargo, lo que más llama la atención es vislumbrar que entre las maderas hay inscritos números. Números en orden.
Cientos y cientos de cifras cubren el suelo de la iglesia, recuerdan a un párking de coches, con la salvedad de que se trata de un recinto religioso. La serora, fue contundente al ver mi cara de sorpresa: «Se trata de tumbas».

Tumbas sin nombre, solo números que recuerdan que alguien descansa ahí abajo, sin más detalles. La amable mujer, tampoco tenía más información, solo que la iglesia primigenia se construyó en el siglo XII y que con su ampliación a finales del siglo XIII en estilo gótico provocó que empezaran a aflorar restos de un cementerio desconocido. «Fue al hacer la parte de delante y levantar la de detrás cuando empezaron a salir las tumbas», aseguraba la serora al comentar cómo se produjo la ampliación de la iglesia de San Pedro y la forma en que se hallaron los cadáveres.
Lo que llama la atención es que la plaza donde se encuentra la iglesia de San Pedro es conocida en Olite como «Plaza del Fosal». Aunque nadie sabe el origen del nombre. Ni las guías turísticas de la localidad navarra ni las responsables de la Oficina de Turismo supieron darnos una explicación. «¡Además es una gran suerte que hayas podido entrar a la iglesia de San Pedro!», se limitó a decir la señora que atendía en la Oficina de Turismo.

La serora continuó las tareas de limpieza del templo junto a sus compañeras, no sin antes darme permiso para entrar por una puerta que conducía al claustro de la iglesia. Un claustro que muy pocas personas conocen contando al párroco y a aquellas mujeres. En él, se encontraban más pistas sobre el enigmático cementerio que había en aquel enclave y que añadían más misterio al asunto…
Las tumbas desconocidas de la iglesia de San Pedro en el Olite: la tumba templaria
En el claustro de la iglesia de San Pedro, la capacidad de asombro se puso en funcionamiento. Era románico por los cuatro costados, con alguna que otra cara en los capiteles que parecían burlarse del que entraba en aquella dependencia. Pero eso era lo que menos causaba sorpresa. Lo verdaderamente importante se hallaba en el jardín central.
Allí, como testimonios de un viejo relato que se ha perdido con el tiempo, descansaban cuatro estelas funerarias de origen desconocido. Solo sabían de ellas que fueron colocadas por el párroco en el claustro y que aparecieron cuando se aumentó la iglesia. Eso es lo poco (o nada) que se sabe de ellas.

Una de ellas contiene una inscripción en latín, aunque de difícil lectura por su deficiente estado de conservación. Al ser comparada con las demás, parece más antigua; y si es cotejada junto a otras losas funerarias de época romana, se puede concluir que se trata de una estela que fue colocada en un enterramiento hispanorromano, de complicada datación al no tener los medios necesarios en el momento de haberla descubierto. Debido a la forma de cruz, quizá corresponda a un enterramiento paleocristiano.

Pero, sin duda, la que más impacto provocó fue la que tenía grabada la famosa cruz patada, famoso símbolo que ha quedado inmortalmente a la Orden del Temple, esto es, a los Templarios. ¿Qué hacía una losa templaria en mitad de un claustro erigido cuando la orden de monjes-guerreros ya había desaparecido?
Se sabe que en Navarra hubo presencia templaria, como atestiguan lugares como Estella, Puente la Reina, Eunate u Olcoz. No obstante, no se tenía constancia que los Templarios, siempre asociados con leyendas de todo tipo, hubieran estado presentes en Olite. Ni siquiera el famoso palacio-castillo del pueblo tenía relación con el Temple, pues fue construido por orden de Carlos III el Noble prácticamente un siglo después de que la orden militar fuera disuelta. Por tanto, la misteriosa estela funeraria con la cruz patada, situada en el inaccesible claustro de la iglesia de San Pedro, podría demostrar que Olite fue un enclave templario por alguna razón que se desconoce.

Posibles explicaciones a la enigmática fosa común de la iglesia de San Pedro
Tras visitar el claustro del templo religioso de Olite, solo se pueden conjeturas. El misterio inunda esta apasionante historia, cargada de interrogantes y quebraderos de cabeza. Ahí está el halo mágico de la cuestión, una pregunta que conduce inexorablemente a otra. Lo desconocido campa a sus anchas en la iglesia de San Pedro y nada ni nadie puede evitarlo.
Se sabe que en Olite están apareciendo restos de enterramientos que no tendrían que estar ahí. En enero de este año han hallado en el palacio-castillo, en la entrada al recinto, cientos de enterramientos que estarían fechados entre el siglo XII y el siglo XIII. Quizá estas tumbas medievales guarden relación con la fosa común aparecida en la iglesia de San Pedro, inicialmente románica y que concuerda con las fechas establecidas.

Antes de la iglesia románica de San Pedro, en aquel emplazamiento se levantaba la primitiva ermita dedicada a San Felices, de la que nada queda ya. Hay que tener en cuenta que la tradición cristiana permitía enterrar a los difuntos dentro de templos al ser espacio sagrado, antes de que los camposantos existieran. Aun así, esto no permitiría explicar que haya una losa romana, que daría más antigüedad a la fosa, y la gran cantidad de restos hallados que no podrían caber en una pequeña ermita.
Otra explicación se puede encontrar en el callejero de Olite. La rúa que desemboca en la Plaza del Fosal es conocida como la calle del Hospital, que recordaría que en aquella vía, tiempos atrás existía un hospital de enfermos. Es posible que la gente que fallecía en este posible hospital de Olite a causa de alguna epidemia, fueran depositados en una fosa común que habría en donde hoy se sitúa la Plaza del Fosal (véase la similitud del nombre).

Lo que causaría más interrogantes es la losa templaria enclavada en el claustro de la iglesia de San Pedro. Rompe los moldes de cualquier posible conjetura, derriba cualquier muro sostenible de cordura, desquicia la amueblada cabeza de cualquier razonamiento cabal. Solo queda esperar a que algún curioso, cuando menos se lo espere, se tope con más restos de este calibre y que permitan dilucidar un enigma que está lejos de descifrarse. Enigma que atrapa y atormenta a partes iguales. Por eso merece la pena contarlo.
6 Comments