Es el siglo XVI. Florencia sigue siendo el axis mundi del Renacimiento, a pesar de los vaivenes políticos que ha sufrido. Las «hogueras de las vanidades» del intransigente monje Savonarola habían quedado atrás y los Médici vuelven a controlar la ciudad florentina. No es una etapa de estabilidad política ni mucho menos, pero el arte y la ciencia intentan abrirse camino en medio de tanto alboroto en el poder. Es así que Benvenuto Cellini, uno de los escultores más reconocidos de estos años, se encuentra de vuelta al lugar que lo vio nacer.
Una extraña luminaria es avistada por Cellini sobre Florencia
Cellini vuelve de Roma. Allí es famoso por dos motivos. Primero, por ser discípulo de grandes de la talla de Miguel Ángel y de ser un protegido del propio papa Clemente VII. Segundo, por su temperamento fuerte y bravucón que le va a jugar más de una mala pasada. De hecho, se dirige de nuevo a Florencia tras ser perdonado de una condena a muerte en ausencia por apuñalar a un noble florentino. Por tanto, el escultor no sabía cómo iba a ser recibido en la ciudad-estado italiano. Sin embargo, durante su travesía entre la Ciudad Eterna y su destino florentino, un episodio ocurre a Benvenuto que incluso inmortalizará en su autobiografía.
Benvenuto Cellini está cerca de Florencia. Con él va un compañero de viaje de nombre Filice Guadagni. Ambos se encuentran en una colina y a lo lejos ya divisan la cúpula de la catedral de Santa María del Fiore. La noche cae sobre ellos y deciden pernoctar en esta elevación para llegar a la ciudad a la mañana siguiente. Está siendo una velada como otra cualquiera. Nada hace presagiar ningún contratiempo. Pero de repente, su compañero de viaje grita de asombro. Un grito que provoca que Cellini se revuelva para ver qué ocurre. En ese momento, se percata de que en el cielo hay algo que no debería estar ahí. Es una extraña luz. Una luminaria, parecida a un «gran rayo de fuego» que brilla y resplandece. El increíble suceso está sucediendo justo encima de Florencia, que duerme bajo las estrellas, la luna y un fenómeno celeste que ni el artista ni Filice aciertan a comprender.

El ‘gran rayo de fuego’ que relató el escultor en su autobiografía
¿Qué es lo que vio Benvenuto Cellini, autor de la escultura de Perseo que hoy se encuentra en la Piazza della Signoria? Es difícil saberlo. No obstante, al artista le impacta tanto que deja reseñado lo ocurrido en su propia autobiografía. Concretamente, en el apartado nº89, lo recuerda de esta manera.
Subí a caballo, veníamos puntualmente de Roma. Cuando llegamos a cierto punto del rialto (elevación de poca altura), ya era de noche, mirando hacia Florencia todos de acuerdo nos movimos con gran asombro, diciendo: «Oh Dios de los cielos, ¿qué gran cosa es eso que ves sobre Florencia?» . Esto era como un gran rayo de fuego, que brillaba y daba gran esplendor. Le dije a Filice: «Mañana oiremos algo grandioso que debe haber sido en Florencia».
Por tanto, Cellini está convencido que ese «gran rayo de fuego» que brillaba sobre Florencia tuvo que ser visto por toda la ciudad. Desafortunadamente, no da más detalles de lo ocurrido ni qué escuchó al día siguiente entre los florentinos sobre el extraño suceso. ¿Tenía explicación? ¿Quizá un fenómeno celeste como un cometa? ¿Un meteorito? No se sabe. Solo que si nos quedamos con las palabras del brillante escultor renacentista encaja a la perfección con un término actual: un objeto volador no identificado o, lo que es lo mismo, un «ovni» en lo más estricto de su significado.
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