Fenómenos paranormales y espectros en el barrio bilbaíno de Miribilla

En Bilbao también ocurren fenómenos paranormales. No suelen ser divulgados, pero suceden. Quizá sea por miedo, desinterés o un intento de correr un tupido velo sobre una realidad que, de vez en cuando, sale a la luz de forma irremediable.

Hay rincones en la capital vizcaína, ya sea por leyendas o por hechos luctuosos, que han provocado que un enclave quede marcado. También el sufrimiento, que a veces desemboca en tragedia, estaría condenado a repetirse una y otra vez, como una escena que ya se ha vivido y entra en bucle. Esto lo entienden bien varios vecinos de Miribilla, barrio del sureste de Bilbao que sin quererlo ni buscarlo, se han podido topar con el misterio en alguna ocasión. Y todo por el largo historial de acontecimientos que tuvieron lugar en esta zona y que inevitablemente parecen conservar su eco en la actualidad.

 

Extrañas presencias en un piso de Miribilla

El barrio bilbaíno de Miribilla es una zona residencial moderna, de principios de siglo. Está conformado por bloques de viviendas normales, impersonales, como en la que podemos residir cualquiera. Lo que no es óbice para que lo inexplicable se deje ver. Ya lo decían los trabajadores de la construcción y vigilantes, ahora jubilados, cuando se estaban levantando los edificios del nuevo complejo residencial de la ciudad vasca: intentaban evitar ir allí porque era un lugar que «daba mal rollo».

Esa sensación extraña se convierte en pánico si se siente en primera persona como le ocurrió a una vecina de avanzada edad que reside en el corazón de Miribilla. Todo comenzó hace unos 10 años, sin previo aviso, en un hábito tan cotidiano como abrir la puerta para acceder a su vivienda.

Sin embargo, nada más cruzar el umbral de la entrada a su casa, vio algo que nunca ha comprendido. Justo al andar por el pasillo para dirigirse al salón, una misteriosa neblina de color azul le cortó el paso. Cuenta su hija que esa extraña neblina que había surgido de la nada impedía a su madre avanzar. De forma resuelta, la anciana se decidió a traspasar aquel enigmático espesor. Después de hacerlo, giró su cabeza y allí ya no había nada.  Cuando le relató lo sucedido a su hija, esta pensó que su madre tenía cataratas al no poder encontrar una explicación plausible a aquello.

El intrigante vapor fue un fenómeno extraño acontecido en aquella vivienda del barrio bilbaíno de Miribilla, pero no el único.  El segundo episodio relacionado con fenómenos paranormales tiene misma protagonista, aunque quizá más terrorífico si cabe.  Este nuevo suceso aconteció hace tres años, mientras la vecina se hallaba en el sofá medio dormida.

Es en ese duermevela cuando pudo vislumbrar una figura deambulando por el pasillo que iba a la cocina. La imagen era tan real y tan humana que lo describe como «un chico de 30 años con un jersey como gris plata». Pensó que podía ser su sobrino, por lo que se levantó del sofá en dirección a la cocina. Desde el pasillo iba saludando a su familiar, le preguntaba dónde había comprado ese jersey, cuánto le había costado.  Pero en el momento que llegó a la cocina, un escalofrío invadió su cuerpo: allí ya no había nadie.

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En varios pisos del barrio bilbaíno de Miribilla han ocurrido fenómenos paranormales

 

Más casos paranormales en el mismo bloque y en el mismo barrio de Bilbao

Una mezcla de asombro y de miedo inundó a la anciana de Miribilla. Con el objetivo de poder esclarecer quién pudo ser aquella figura humana que recorrió su vivienda comenzó a preguntar a algunos vecinos del bloque si habían experimentado algo similar, no sin cierto reparo por lo que podrían pensar de ella. No obstante, su sorpresa aumentó tras conocer más testimonios, más revelaciones que hablaban prácticamente de lo mismo.

Por ejemplo, una vecina le comentó que su hija, que por aquel entonces tendría unos 12 años, vio algo en su propia habitación. Al parecer, cuando la joven se encontraba en su dormitorio pudo ver que, a los pies de la cama, permanecía sentada una sombra. Una sombra que tenía silueta de persona.

Lo que más llama la atención es que este bloque de viviendas no sería el único donde se habría dado cita lo desconocido. En otra calle con edificios residenciales que antaño pertenecieron a los ferroviarios que trabajaban en Bilbao también se han reportado casos de la misma índole. En esta ocasión, una testigo recuerda que cuando era niña cada vez que visitaba a sus abuelos que vivían en Miribilla el miedo se apoderaba de ella. Y lo hacía porque en el inmueble presenciaba unas enigmáticas sombras que pasaban de habitación en habitación. Aquellas siluetas no se inmutaban, parecían no tener rostro… y también tenían forma humana.

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En varios bloques de Miribilla se han dado casos de sucesos inexplicables

 

Miribilla, un enclave marcado por la tragedia en Bilbao

¿Cuál es la explicación a estos fenómenos? ¿Acaso la hay? Los vecinos del primer bloque de pisos que se han mencionado aseguran que durante la Navidad del 2011, un joven se suicidó al lanzarse al vacío desde un piso superior; o puede que sea mera sugestión. Pero al existir varios sucesos idénticos en diferentes partes de Miribilla complica más una aclaración plausible sobre los hechos.

Lo que sí se sabe es que donde hoy se asienta el moderno barrio de Bilbao no hace mucho tiempo fue un terreno en el que la tragedia muy a menudo cobraba forma.  Posiblemente, esas desgracias que tuvieron como escenario a Miribilla se resisten a ser olvidadas con el paso del tiempo.

En primer lugar, en este enclave, al situarse sobre una elevación, se hallaba el fuerte de Miravilla, que es como se conocía al monte donde hoy se encuentra el moderno barrio («Miribilla» es una evolución de «Miravilla«). Aquella fortificación fue escenario de cruentas batallas y enfrentamientos militares con motivo de defender la plaza de Bilbao. Donde hoy hay urbanizaciones y un pabellón multiusos, antes había un puesto defensivo repleto de cañones, granadas y de trincheras de los contendientes.

El fuerte de Miravilla adquirió gran importancia durante la Primera Guerra Carlista. Bilbao fue asediada y los defensores de la ciudad resistían los envites carlistas desde esta posición. Los combates encarnizados diarios en Miravilla con intercambio de disparos, bombardeos y ataques cuerpo a cuerpo sembraron el monte de cuerpos sin vida.  Solo por citar un día, en Miravilla el 29 de junio de 1835, como atestigua El Eco del Comercio entre los puestos de Miravilla, Begoña y Uribarri se contabilizaron en una sola jornada 31 muertos y 130 heridos. Circunstancia que se repetía día tras día. El estado era tan caótico que las mujeres se dedicaban a reparar las fortificaciones y las baterías y las niñas atendían en hospitales a todos los heridos del fuerte de Miravilla.

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Fuerte de Miravilla en pleno combate (Fondo Víctor Sierra-Sesúmaga)

Escenas similares se vivieron en 1874, cuando Bilbao volvió a sufrir otro sitio. A pesar de que no fue tan cruento, el 6 de noviembre de ese año hubo un combate cuerpo a cuerpo en el fuerte de Miravilla contra las tropas carlistas que estaban atrincheradas en el monte Arnotegi. Según cuentan las crónicas, hubo «algún muerto y herido». Incluso durante este sitio un sargento carlista se personó en Miravilla y un centinela le mató de un tiro.

Años después de los episodios bélicos, en 1893 una epidemia de cólera asoló a la ciudad de Bilbao. Al no tener dónde meter a los contagiados a punto de morir, para no infectar a los demás, los enfermos fueron transportados a Miravilla. Allí todavía se encontraba el fuerte, aunque visiblemente abandonado y en ruinas, ya que había perdido su valor militar. En los destruidos muros defensivos se hacinaron a los enfermos, donde una estufa de desinfección era el único mecanismo que podría alargar lo inevitable.

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Los enfermos de cólera fueron transportados a un fuerte de Miravilla que estaba en ruinas

Aunque si hay un factor determinante en Miribilla, sin duda, fueron las antiguas minas de Miravilla. En el momento que el fuerte defensivo fue menos importante, el recinto comenzó a convertirse en una explotación minera a causa de la gran cantidad de hierro que allí existía. Producto de estas extracciones surgieron las minas de Miravilla donde destacaban tres: las minas de San Luis, Malaespera y Abandonada.

Las minas de Miravilla fueron desde mediados del siglo XIX hasta 1980 baluartes de la industrialización de Bilbao. Algo que se veía empañado por las duras condiciones a las que estaban sometidos sus trabajadores, a merced de imprevistos que a menudo acababan en tragedia. De hecho, los accidentes en estas canteras, como en otras tantas, estaban a la orden del día.

La mina de San Luis, de la que todavía quedan resquicios debajo de las casas de Miribilla, ha registrado gran cantidad de incidentes que finalizaron en fatalidad. Algunas veces conseguían recuperar recuperar los cuerpos sanos o sin vida; en otras, los cadáveres quedaban enterrados en las profundidades de la mina, como tuvo que suceder en septiembre de 1892. Mientras se realizaban trabajos de excavación en la citada extracción, hubo un desprendimiento que sepultó a tres trabajadores. Dos de ellos consiguieron ser sacados de la galería con vida con varias contusiones, pero uno de ellos, de nombre Félix Urtiaga y de procedencia guipuzcoana, murió, según relata El Correo Español.

En 1898, otra vez un derrumbe de tierras mataba a un obrero de las minas de Miravilla tras varios accidentes que acabaron con heridos graves en la mina de San Luis en fechas anteriores. O en 1903, un suceso acontecido en la cantera de Sílfide de Miravilla terminó de la peor manera posible. Varios vagones cargados de minerales se descontrolaron, llevándose por delante al maquinista alavés Dionisio Ibáñez San Miguel, que murió al instante por las graves heridas. Su cadáver fue encontrado en Lamiako, a 10 kilómetros de Bilbao, tras ser arrastrado por un tren que transportaba los minerales hasta el puerto.

Las minas de Miravilla cesaron su funcionamiento en 1987. A día de hoy,  un tramo de la mina de San Luis, esa que tantas desgracias e infortunios presentó, se conserva y pasa por los subterráneos de las casas donde, según los testigos, han acaecido fenómenos paranormales. ¿Tendrá algo que ver?

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Recortes de prensa sobre fallecidos en las minas de Miravilla, donde actualmente se levanta el barrio de Miribilla

 

Una leyenda habla del ‘espectro de Miravilla’

La situación además se ve que no es nueva si se acude a los viejos legajos de prensa. En ellos se puede hallar una leyenda, más o menos literalizada, que menciona a un «espectro de Miravilla«, que como ya se ha mencionado es el nombre que recibía la zona antes de ser conocida como Miribilla. Dicho relato fue divulgado de forma original por el Irurac Bat, periódico de Bilbao de la segunda mitad del siglo XIX, y recogido por prensa nacional como La Época en 1864. El encargado de dar a conocer la historia fue Antonio de Trueba, uno de los primeros investigadores que se preocuparon por recoger las leyendas, costumbres y tradición oral del País Vasco. La leyenda se sitúa en el año 1355, cuando Bilbao daba sus primeros pasos como villa. El señor de Vizcaya era Tello de Castilla, hijo del difunto rey Alfonso XI y que había adquirido este título al casarse con Juana de Lara y Haro, heredera la natural del señorío.

El señor de Vizcaya se mostró en contra del nuevo monarca castellano, Pedro I el Cruel, por lo que el rey no tardó en declararle la guerra y lanzar sus tropas contra él. El ejército real entró en Vizcaya, mientras este se encontraba cazando en el monte. Al ver la rapidez del avance de su enemigo, no tuvo más remedio que huir en barco a Bayona. Después de ello, Pedro I nombró al infante don Juan como señor de Vizcaya, que no dudó en tomar el poder y marcharse a Bilbao, donde instalaría su residencia en una casa-torre que existió en la calle Artekale. Pero allí le esperaba una trampa montada por el mismo monarca para quedarse con aquellas tierras.

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Pedro I el Cruel es protagonista de una leyenda fantasmal que tiene como escenario Miribilla

Nada más entrar en la casa-torre de Artekale, el nuevo señor de Vizcaya se encontró que en su interior le estaba esperando Pedro I el Cruel junto a varios de sus camareros reales. Uno de ellos le dio un fuerte golpe en la cabeza con una maza y los demás después lo remataron. Las últimas palabras del infante fueron «¡Allá, allá!», mientras señalaba moribundo un pequeño montículo que había a las afueras de Bilbao. Después, su cadáver fue arrojado por el balcón para que lo vieran todos los bilbaínos.

La muchedumbre calló ante aquel asesinato del infante don Juan. Pero aquella noche, cuando Pedro I el Cruel se asomó por el balcón de la casa-torre de Artekale y avistó una misteriosa figura en aquella cumbre que el asesinado había señalado antes de fenecer. Era el monte Miravilla y en él, iluminado por la Luna, se veía a un espectro que gritaba que «De Vizcaya saldría quien vengue al infante don Juan«. Y efectivamente, la espada con la que Enrique de Trastámara mató a Pedro I el Cruel años después frente al castillo de Montiel (Ciudad Real) fue fabricada por hierro proveniente de tierras vizcaínas.

Antonio Trueba, tras recoger la leyenda, se pregunta quién era ese «espectro de Miravilla«, concluyendo que tenía que ver con el remordimiento provocado por el crimen que se había cometido aquel día.  Ojalá poder tener conclusiones algún día sobre los fenómenos que ocurren en ese mismo lugar, pero en la actualidad…

 

 

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