Torija: cuando los Templarios buscaron la Mesa de Salomón en Guadalajara

Quedaban pocos minutos para que se cerrara el horario de visitas al castillo de Torija, uno de los más representativos de la provincia de Guadalajara. No quedaba ni un visitante, parecían haberse esfumado de repente. Por tanto, estaba solo dentro de las entrañas de una fortaleza que comenzaba a tomar un halo inquietante y de misterio.

El silencio se había apoderado del castillo de Torija. No me quedaba otra que dirigirme a la salida cuando, en un rincón en penumbra, algo me llamó la atención. Solitaria, una figura ensotanada se hallaba sentada en uno de los bancos que tenían las estancias. «¿De dónde ha salido?», me dije a mí mismo.

En un arrebato por ver de quién se trataba, me percaté de que no se movía. La intriga se convirtió en alivio cuando pude ver, en medio de la oscuridad, que se trataba de una estatua a tamaño real de un caballero templario. No era un templario cualquiera, aquella estatua con rostro hierático representaba al mítico Jacques de Molay, último Gran Maestre de una Orden del Temple que ha dejado la Historia a un lado para convertirse en mito.

El cara a cara con Jacques de Molay hizo que la cosa se pusiera interesante. ¿Qué hacía allí aquella representación de un templario?¿Qué relación tenía Torija con esta orden? Y, sobre todo, ¿qué buscaban aquellos monjes-guerreros en este lugar situado en la mágica Alcarria? «Chaval, vamos a cerrar ya», interrumpió una voz desde el fondo del pasillo…

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Estatua de Jacques de Molay en el castillo de Torija

Torija, enclave templario en la provincia de Guadalajara

Una placa conmemorativa recuerda el paso de los Templarios por Torija. La Orden del Temple ya llevaba años asentada en la Península Ibérica, en un contexto de lucha contra los musulmanes. Es por ello que a mediados del siglo XII se instalan en Torija, pues es un lugar estratégico para seguir con la Reconquista que estaba delimitada por el río Tajo en el este y por el Campo de Calatrava en el sur.

Ángel de Almazán cuenta que Torija contó con un convento templario bajo la advocación de San Benito,  concedido mediante bula del papa Alejandro III hacia 1170. Por tanto, no estuvieron en el castillo de Torija aunque se diga que sí, ya que fue levantado cuando había desaparecido la Orden y es de nueva planta como atestiguan las pruebas arqueológicas realizadas. Aun así, lo hicieron mediante un convento que pudo estar cerca de la ermita de la Virgen del Amparo o junto a la Fuente del Rey. Pero no se sabe ni cómo era ni cuánto tiempo estuvieron en Torija.

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Ermita de la Virgen del Amparo, Torija.

Este desconocimiento hace que se vaya más allá para justificar la presencia templaria en el pueblo alcarreño, sobrepasando todo motivo bélico aceptado por la historiografía. Es en este momento cuando entra ese otro lado de la Historia, donde la crónica y el mito se unen para crear un conjuro mágico que no puede ser pasado por alto.

Fray Basilio de Arce recoge un suceso que puede ser un motivo por el que los caballeros templarios se interesaran en este enclave. Se trata de la conversión al cristianismo de Alí Maimón en lo que hoy es el monasterio de Sopetrán (situado a unos 10 kilómetros de Torija) después de ser testigo de un milagro de la Virgen. Alí Maimón era hijo del rey toledano Almamún, después de su conversión se cambió el nombre por Petrán y se dedicó a la vida eremítica por aquella zona.

Una circunstancia que también pudo promover la llegada templaria a Torija fue la existencia de una importante comunidad judía en este pueblo. Los habitantes de Torija, durante mucho tiempo, han sido conocidos como «judíos» y los Templarios pudieron asentarse en estas tierras para poder recibir influencia de los cabalistas judíos que había por todas las tierras de Guadalajara. La Orden del Temple siempre ha estado vinculada con la búsqueda de un conocimiento que en ocasiones rozaba lo heterodoxo, y en la provincia de Guadalajara vieron un centro clave para empaparse de los saberes de la mística judía, con personajes de la talla de Moisés de Guadalajara.

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Placa en Torija que recuerda el paso de los Templarios por el pueblo.

Sin embargo, existe una hipótesis defendida por Emilio Cuenca y Margarita del Olmo en la cual se atribuye el asentamiento del Temple en Torija a una búsqueda de un tesoro escondido en los túneles y subterráneos de la localidad: la mítica Mesa de Salomón.

 

Cómo la Mesa de Salomón llega a Toledo

De la Mesa de Salomón se han dicho muchas cosas. Lo más sonado es que contenía toda la sabiduría del mundo;  las claves de la vida y del Universo;  que con ella se puede ver el pasado, presente y futuro; e incluso que recoge el verdadero nombre de Dios. Los cronistas árabes argumentan que estaba llena de piedras preciosas de incalculable valor, donde sobresalían el oro, las perlas y las esmeraldas.

Flavio Josefo habla de una mesa admirada por todo el mundo que había sido donada por Ptolomeo Filadelfo al Templo de Salomón, la cual era una copia de la Mesa de Salomón, desaparecida tras ponerla a salvo después de la destrucción del primer Templo de Jerusalén en el año 586 a.C. por Nabuconodosor.

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Representación de la Mesa de Salomón.

Emilio Cuenca y Margarita del Olmo sostienen en su ensayo Torija, los Templarios y la Mesa de Salomón que los famosos monjes-guerreros llegaron al pueblo alcarreño en busca de un tesoro oculto que pertenecía al rey Salomón, situado en un lugar indeterminado del reino de Toledo, al cual pertenecía Guadalajara. Los Templarios tenían también la misión de recuperar objetos sagrados y aquellos que conformaban «el tesoro del rey Salomón».

Para ello se basan en las crónicas árabes, que en el siglo XXI son tratadas como cuentos fantásticos, pero en el siglo XII las crónicas escritas 100 o 200 años antes eran consideradas como verídicas. El mejor ejemplo se encuentra en Rodrigo Ximénez de Rada, cuando en su De rebus Hispaniae narra cómo el caudillo musulmán Tariq buscó la Mesa de Salomón en tierras de Guadalajara.

Ibn Idari relata que los romanos saquean el templo de Jerusalén y llevan la Mesa de Salomón a Egipto, donde permanece hasta que un grupo de cristianos la trasladan a la capital visigoda de Toledo con motivo del avance musulmán por el norte de África. Sin embargo, Procopio de Cesarea postula que los visigodos consiguen ellos mismos la Mesa de Salomón tras el saqueo de Roma por parte de Alarico en el año 410, cuando incautan todos los tesoros que el emperador Tito había expoliado tras la destrucción del segundo Templo de Jerusalén; el tesoro acabaría siendo trasladado a Toledo cuando fue nombrada capital del reino visigodo.

Otra teoría dice que la Mesa de Salomón real fue traída a la Península Ibérica por los judíos que huían de Israel durante la invasión de Nabuconodosor, siendo estos los primeros judíos que arribaron a unas tierras donde vivirán una historia llena de sobresaltos y penurias. En la memoria de los judíos de Guadalajara está presente la historia de la Mesa de Salomón, como muestra el rabino Moisés Arragel de Guadalajara  en su Biblia de Alba con dibujos de cómo era la reliquia, donde destaca el oro.

 

Tariq buscó la Mesa de Salomón en Torija

Los musulmanes siempre han mostrado devoción por la Mesa de Salomón. Cuando mencionan el nombre de un profeta dicen una bendición algo así como «La Mesa de Salomón, sobre Él la paz», recordando el período de paz que se vivió con este rey. El Corán dice que Alá dio la sabiduría a Salomón para convertirlo en el más importante profeta y la cual  dejó transmitida en la Mesa.

Las crónicas árabes, que tanto mencionan Emilio Cuenca y Margarita de Olmo, recogen el hecho de la búsqueda del caudillo Tariq del preciado mueble en tierras de Toledo y Guadalajara. Tariq, después llegar a la Península Ibérica y vencer al último rey visigodo don Rodrigo en la batalla de Guadalete, conquistó Toledo.

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Reimaginación de Tariq en el siglo XIX por Theodor Hosemann.

En Toledo, el caudillo musulmán consigue un botín repleto de joyas y ornamentos, además del apoyo de una comunidad judía harta de los desprecios cristianos. Son los propios judíos quienes revelarían la ubicación exacta de la Mesa de Salomón a Tariq, que no se encontraba en Toledo, sino escondida en una población situada a dos días de la capital. El historiador Abd al-Hakam sugiere que Tariq solo se dirigió a Toledo en busca de la preciada Mesa, pero tras las indicaciones judías se dirigió al lugar donde se hallaba el tesoro y lo consiguió sin grandes sobresaltos; después se reunió con el gobernador Muza en Almaraz (Cáceres), quien reclamó en su propiedad la Mesa de Salomón.  El desenlace de la disputa entre Tariq y Muza acaba con la desaparición de la Mesa supuestamente en tierras andaluzas tras ser trasladada a los dominios del califa, que pidió verla con sus propios ojos.

Pero el cronista Ibn Hayyam relata el periplo de Tariq para buscar la Mesa de Salomón después de salir de Toledo: «Tariq, desde Toledo se encaminó hacia Wad-Al-Hiyara (río que está en la actual Guadalajara) , y desde aquí se dirigió al monte y lo cruzó por el valle que lleva ahora su nombre. Y al otro lado, tras el monte, llegó a la ciudad de la Mesa de Salomón, hijo de David, mesa que era de esmeraldas». El manuscrito anónimo Ajbar machmúa cuenta que Tariq llamó denominó a la ciudad de la Mesa como ‘Medina Almeida’.

 

El arabista José Antonio Conde en su obra Historia de la dominación de los árabes en España asegura que el valle donde el caudillo musulmán llegó comenzó a ser conocido como «valle de Tariq». Tras cruzar Guadalajara, es indudable que se refiere al valle de Torija – véase el paralelismo del nombre de Tariq con Torija –  y tras el monte solo queda el pueblo de Torija como ciudad de la Mesa. Hay que tener en cuenta que el nombre del caudillo se pronunciaba como «Tarij» y su evolución fonética evolucionó a «Tarija» (lo mismo ocurrió con Tarifa, en Cádiz, bautizada así en honor a este personaje). Con el nombre de Tarija aparece reflejado el pueblo en la Descripción y Cosmografía de Hernando Colón, famoso cosmógrafo de tiempos de Carlos V e hijo del descubridor de América.

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Recorrido que realizó Tariq (en blanco) según Emilio Cuenca y Margarita del Olmo en su obra Torija, los Templarios y la Mesa de Salomón (2011).

El ya citado Ximénez de Rada sostiene que para localizar el pueblo donde Tariq encontró la Mesa hay que seguir las siguientes indicaciones: «siguiendo la cuesta de Zulema y encima del Burgo de San Justo». Este apartado se ha relacionado siempre con Alcalá de Henares, pero esta ciudad nunca ha sido un burgo. El único pueblo con el nombre de «Burgo» en todo el valle del río Henares es, precisamente, Torre del Burgo, poblado que nació dependiente del monasterio de Sopetrán y situado al lado de Torija, lugar que Cuenca y Del Olmo reconocen como la ciudad de la Mesa.

Pero ¿por qué de Medina Almeida se pasa a Tarija? Cuenca y Del Olmo defienden que en la toponimia árabe es muy frecuente que se acabe primando el nombre de accidentes geográficos.  Por ejemplo, Wad-Al-Hiyara era el río que pasaba por la actual Guadalajara, que al principio se llamaba Medina Fergi en honor a sus fundadores; sin embargo, acabó primando el accidente geográfico, y con el tiempo evolucionó a Guadalajara.

Queda patente que son muchos los indicios que apuntan a que Torija fue aquella localidad a la que Tariq acudió en busca de la Mesa de Salomón y donde dio con ella según las crónicas árabes; este acontecimiento ha quedado reflejado en la toponimia del lugar, incluso en el propio nombre del pueblo. También se sabe que los Templarios se asentaron en Torija, aunque se desconocen los motivos, que sobrepasan cualquier contexto de guerra. ¿Siguieron los pasos del caudillo árabe en busca de la Mesa de Salomón? La respuesta se encuentra escondida en algún lugar de los mágicos páramos de La Alcarria, esperando a que alguien se adentre en sus secretos…

 

 

 

Bibliografía y fuentes consultadas:

  • CUENCA, EMILIO & DEL OLMO, MARGARITA (2011): Torija, los Templarios y la Mesa de Salomón. Intermedio Ediciones
  • Historia del ilustrísimo monasterio de Nuestra Señora de Sopetrán, del orden de San Benito, de su santuario y sagrada imagen: compuesto antes por el R. P. Mtro. Fray Basilio de Arce, su abad y su hijo; y ahora nuevamente añadido por el Rmo. Mtro. Fray Antonio de Heredia, abad del Real Monasterio de Nuestra Señora de Monserrate de Madrid, y general que fue de la misma orden, Madrid, en la imprenta de Bernardo de Hervada (1676)

  • ALMAZÁN, ÁNGEL (2012): Guía Templaria de Guadalajara. AACHE Ediciones de Guadalajara
  • XIMÉNEZ DE RADA, RODRIGO (1989): Historia de los hechos de España. Alianza Editorial. Introducción, traducción, índice y notas de Juan Fernández Valverde
  • JOSEFO, FLAVIO (1999): La Guerra de los Judíos. Biblioteca Clásica de Gredos
  • IDARI, IBN (1963): Al-Bayán-al-Mugrib. Anubar Ediciones. Traducción y notas de Huici Miranda
  • CESAREA, PROCOPIO de (2007): Historias de las guerras Vol III y Vol VI (Guerra Gótica). Editorial Gredos. Traducciones del griego por José Antonio Flores Rubio y Francisco Antonio García Romero
  • JONES, JOHN H. (1858):  Ibn Abd el-Hakem, History of the Conquest of Spain, Gotinga (Traducción inglesa)
  • MEOUAK, MOHAMED:  Kitāb al-muqtabis fī ta’rīkh rijāl al-Andalus, part of Al-ta’rīkh al-kabīr.» Christian-Muslim Relations. A Bibliographical History. General Editor David Thomas. Brill Online (12 de noviembre de 2012)
  • ANÓNIMO (1867): Ajbar machmúa. Real Academia de la Historia. Traducción de Emilio Lafuente Alcántara
  • CONDE, JOSÉ ANTONIO (1840): Historia de la dominación de los árabes en España. Baudry, Librería Europea. Imprenta de Fain y Thunot (París)
  • COLÓN, HERNANDO (1988): Descripción y cosmografía de España: manuscrito de la Biblioteca Colombina. Padilla Libros