‘Burló al Diablo…’: El sacerdote nigromante de Navarra que inició la literatura vasca

Nos encontramos en las altas tierras del Pirineo navarro. Aquí, muy cerca de las legendarias cuevas de Zugarramurdi, se encuentra el municipio de Urdax, ya de los últimos pueblos antes de cruzar la frontera con Francia. Es una zona gélida, aislada, escondida entre valles y montañas. Por tanto, no es de extrañar que los alrededores de esta localidad inviten a la leyenda, al ensueño. Pero sobre todo, nos situamos en tierra de brujas, o por lo menos eso es lo que quisieron ver desde el proceso de fe de Logroño, allá por el año 1610.

Aunque antes de ir a Zugarramurdi, que es donde va todo el mundo cuando llega hasta estos lares, hay que escuchar una historia. Un relato que tiene como protagonista a un hombre que, fuera del folklore vasco-navarro, no es todo lo conocido que merece. Se trata de un personaje a caballo entre la realidad y la leyenda. Un individuo que quizá fue absorbido por todo lo que se decía de él. Todo hasta tal punto que es difícil diseccionar qué es mito y qué es fehaciente cuando se habla de esta figura. Pero para ir paso por paso, primero tenemos que detenernos en Urdax.

Una losa y un recuerdo en un caserío de Urdax

Una vez en este municipio del Pirineo navarro, hay que descubrir una senda por la que no suelen pasar muchas personas. De hecho, a medida que se avanza por ella, los árboles y las hojas van comiendo el camino asfaltado por donde difícilmente puede entrar un coche. Y cuando se llega al final de este sendero, un caserío típico de la zona se alza sobre nosotros. Se trata de una gran casa con una planta baja y dos superiores. Las ventanas están debidamente pintadas de rojo, y la piedra y el tejado de madera nos trasladan a muchos siglos atrás.

Estamos hablando de un caserío que data del siglo XVI. Pero esto no es lo primero que se nos pasa por la cabeza. Principalmente lo que invade nuestra desordenada mente es recrear el pasado del lugar, alejado del pueblo, en pleno bosque, inaccesible, sin luz hasta hace relativamente poco y en una tierra donde las leyendas e historias de todo tipo campan a sus anchas. Sin duda, es inevitable recrear un relato de terror al más puro estilo romántico con este enclave como escenario, y quizá no vayamos mal desencaminados… Sin embargo, si seguimos fijándonos, a lo lejos de esta propiedad desde la valla (es una finca privada) se ve una losa con inscripciones en euskera. Quizá el grabado nos esté contando la historia de este caserío y todo lo que esconde. Pero sobre todo, su nombre: el cortijo Axular

Cortijo Axular (Urdazubi-Urdax)

Un personaje entre la historia y la leyenda

El cortijo Axular es uno de los recintos más históricos de Urdax. Hoy es por todos conocido y sienten orgullo por él. Pero quién sabe si hace unos siglos era un caserío a evitar, un emplazamiento al que mejor no acudir cuando caía la noche o cuando estaba iluminado su interior. Quién sabe si también los vecinos del pueblo miraban a otro lado cuando se mencionaba a su habitante más famoso y que ha traspasado cualquier frontera dentro del folklore vasco-navarro. Todo por lo que ha quedado impregnado sobre él dentro del imaginario colectivo.

En alguna ocasión hemos escuchado la leyenda de Enrique de Villena que perdió su sombra; o la de don Álvaro de Luna y su cercanía a la nigromancia. No obstante, en este caso, las historias sobre estos personajes (sobre todo la del marqués de Villena) confluyen en este hombre que nació en este cortijo Axular, actualmente a las afueras de Urdax. Un individuo que combinó religiosidad, literatura y prácticas mágicas, según la tradición popular. Un sujeto que todavía se recuerda en la actualidad. Él es Pedro Axular.

Retrato de Pedro Axular

Pedro Axular y su época en Salamanca

Pedro Axular, como indica su apellido, nace en dicho caserío de Urdax, allá por el año 1556. Es así que durante su infancia corretea y juega por los verdes campos del Pirineo navarro, hasta que se traslada hasta Pamplona para estudiar Teología. Desde bien joven, Pedro tiene muchas ansias de conocimiento, quiere saber más que todos los que le rodean. Así pues, cuando acaba su paso por Pamplona se marcha a Lérida primero, y a Salamanca después. Será en la Ciudad del Tormes donde Axular estudiaría Ciencias Humanas: allí comienza su leyenda.

En Salamanca, el joven de Urdax entra de lleno en un ambiente estudiantil. La universidad salmantina es de las más prestigiosas en toda Europa y allí coincide con grandes personajes que luego lo serán de la Historia. Pero ya hemos comentado que Pedro Axular no se conforma con lo que estudia en el ámbito universitario: él quiere saber más. El navarro no se pone límites y desea aprender sobre lo divino y lo humano. Es esta avidez de sapiencia lo que convertirá a aquel muchacho en un individuo a caballo entre la realidad y el mito.

Cuando Pedro se encuentra en Salamanca, le llega un rumor sobre ciertas reuniones en un lugar concreto de la ciudad. Es solo un rumor que se difunde entre los estudiantes, pero este habla de unas supuestas citas que se llevan a cabo muy cerca de la vieja catedral. Allí, en las ruinas de una iglesia dedicada a San Cebrián, unos pocos estudiantes quedarían cuando la noche caíe sobre Salamanca. Esto lo comentan todos en voz baja casi susurrando, aunque Axular decide comprobarlo. No tiene nada que perder. Si es falso, no dudaría en señalarlo. Si es real, a lo mejor hasta le interesan esas reuniones nocturnas y se apunta a ellas. Con este chico nunca se sabe. El querer ir más allá de lo que estudia en la universidad le hace no ponerse límites. Así que decide certificar de primera mano si lo que se afirma es cierto. En ese momento, Pedro Axular desconocía que no iba a tener marcha atrás.

Cripta de San Cebrián, más conocida como la cueva de Salamanca

La cueva de Salamanca y Pedro Axular

Una noche Pedro se desplaza hasta la entrada de la Catedral Vieja y comienza a descender por una cuesta. No tarda en encontrar los restos de la iglesia de San Cebrián, donde algo le llama la atención. El muchacho se da cuenta de que, entre las ruinas, hay una especie de escaleras. Unos peldaños que llevan a una especie de sótano. En aquel cobertizo, en aquella especie de cueva, Axular nota que hay iluminación en su interior. Parece que los rumores son verdad, allí debe haber alguien durante la noche. Eso al joven de Urdax no le importa. La curiosidad vale más que cualquier cosa, por lo que comienza a descender por aquellos escalones. Una vez en esa cripta, lo que encuentra Pedro Axular allí le marca de por vida.

Allí hay seis estudiantes. Seis jóvenes como él, esperando váyase a saber el qué. Están preparados para recibir algún tipo de clase, de lección. Estos, lejos de sorprenderse, le invitan a que se una. Le dicen que tienen que ser siete (número mágico) y por tanto les hace falta una persona más. Es como si aquellos chavales estuvieran esperándolo, como si supieran que Pedro Axular iba a acudir a aquel enclave salmantino. Es entonces cuando el navarro se siente atraído por ello. Toma su asiento y comienza a esperar. La demora no tarda en esfumarse…

Los allí citados comienzan a hacer un ritual. Un experimento que parece más una invocación. Están llamando a alguien a que venga a darles clase. De repente, de la nada, surge un personaje. Una figura parlante de la que no se sabe mucho. Las crónicas dicen que es una cabeza que habla, otros que es un individuo extraño y malévolo. Pero este sujeto comienza a impartir clase a aquellos alumnos. Son conocimientos de toda índole. Les habla de magia, de hechicería, de ciencias ocultas… Un saber que no se enseña en la universidad a plena luz del día. Pedro Axular queda ensimismado. Ese afán de conocimiento está siendo satisfecho. Por él como si tiene que acudir todas las noches a aquella cueva de Salamanca. El chico queda extasiado por la ciencia prohibida a la que está accediendo. Solo que hay un “pero” y este surge cuando acaba la clase…

Escultura de Pedro Axular en Donosti (Museo San Telmo)

El hombre sin sombra, un sacerdote misterioso y la primera obra de la literatura vasca

Cuando aquel misterioso personaje para de dar clase, pide que uno de los alumnos debe pagar los costes de aquella velada. Unos emolumentos que, con tal mala suerte, recaen sobre Pedro Axular. Ni decir tiene que el de Urdax se niega a pagar. ¿Qué honorarios tendrá aquello si ni había gastos ni nada? El joven dicen que “no”, que él no suelta un duro. Aquel enigmático profesor dice “vale, de acuerdo”. De pronto, este personaje se esfuma y los allí presentes comienzan a salir del lugar. Las sombras de los alumnos comienzan a verse en la tenue luz de las antorchas. Se ve cómo suben por las escaleras hasta el exterior hasta que le toca el turno a Pedro. Sin embargo, cuando este lo hace, se percata de que algo falla. Del modo que ve la sombra de los otros jóvenes, la suya no la ve. Es como si hubiera desaparecido, como si no tuviera sombra. En efecto, se había quedado sin ella. ¿Cómo era posible esto? ¿Dónde había ido a parar? Axular no es tonto y comienza a atar cabos. Rápidamente se da cuenta de lo que ha ocurrido. Aquella figura era el Diablo, sus estudiantes de artes mágicas sus acólitos y él su precio a pagar.

Pedro Axular se da cuenta de lo que ha ocurrido. Sin embargo, lejos de llevarse las manos a la cabeza, reflexiona. Es consciente de que en una sola noche ha aprendido más que todo lo que lleva estudiando en la Universidad de Salamanca. Así que no va a tardar en ponerlo en práctica. Estudiará de vez en cuando las materias más heterodoxas, se interesará por ámbitos quizá prohibidos. Pero llega el momento de abandonar Salamanca. Así que se marcha al País Vasco francés, muy cerca de su pueblo natal. Allí es nombrado sacerdote y no tarda en ser destinado a la bella localidad francesa de Sara. En su nueva residencia comienza a dar sus sermones y sus oficios como religioso. No obstante, hay algo que llama la atención a sus feligreses sobre Axular. Aquel hombre tiene una erudición increíble, muchos de sus mensajes son retóricos con mensajes casi inaccesibles para la mayoría. Aunque sobre todo nunca se refleja su sombra. Esto hace levantar las sospechas en el pueblo de Sara. ¿Quién es este individuo? ¿Cuál es su pasado? ¿Por qué unos mensajes tan extraños? Sin duda, muchas preguntas.

Unos interrogantes que hacen que otro sacerdote de San Juan de Luz, de nombre Juan Arostegi, denuncie a Pedro para que le destituyan. Su caso se hace tan sonado que llega a manos del monarca de Francia, en este caso Enrique IV. Es el propio rey el que toma cartas en el asunto y dice que no, que no haY motivo para quitar de su puesto a Pedro Axular. Por tanto, el navarro estará en Sara de párroco hasta el 8 de abril de 1644. En esa fecha, el gran intelectual fallece a los 88 años de edad. Muere además dejando una obra escrita. Un trabajo de 70 capítulos redactado de forma ascética y que habla sobre el pecado. Está escrito en euskera y, por tanto, es el primer libro escrito en prosa de la literatura vasca. Una obra importante hecha por un personaje importante.

Pedro Axular, autor de la primera obra de la literatura vasca

Las leyendas que se cuentan sobre Pedro Axular perviven con el paso de los siglos en Sara. Están tan integradas en el inconsciente colectivo que 300 años después seguían relatándose. Es así que estas historias que hablan del Diablo, de artes y oscuras y de un hombre sin sombra llegan a oídos de un hombre también religioso que se hace llamar José Miguel. ¿Su apellido? Barandiarán. Este sacerdote, que no se quita su txapela en ningún momento y que vive en Sara, lleva años recuperando el viejo folklore de la zona. Está dejando por escrito todas las historias, todos los relatos, todas las creencias que le cuentan los más mayores. Gracias a Barandiarán, el viejo recuerdo de Pedro Axular aún pervive en el entramado mítico de toda esta zona. Una figura, la del joven que desafió al Diablo, que pagó las consecuencias de ello y que quedó marcado para siempre. Su huella, eso sí, está muy presente todavía.

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