Los misterios de Sócrates, el filósofo que ‘no sabía nada’

No enseñaba nada, solo invitaba a pensar. Buscaba la verdadera sabiduría a través del reconocimiento de la ignorancia, la cual combatía con el conocimiento. Era consciente de que el mayor misterio que existe es el Hombre y que en determinados casos la muerte de este es una de las mayores bendiciones. Pero ante todo, solo sabía una cosa: que no sabía nada.

Sócrates se ha convertido en el primer filósofo clásico que decidió cruzar todas las fronteras del pensamiento en una época que no era la suya. Desde un punto de vista crítico, cuestionó el mundo que le tocó vivir, en un tiempo donde Atenas y Esparta tenían continuas guerras. Su postura de indómito pensador, que solo estaba al servicio de la razón, hizo que fuera condenado a muerte por unos atenienses que veían en Sócrates un auténtico peligro, pues podía juzgar a los propios jueces.

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Busto de Sócrates.

Aun así la vida de Sócrates está envuelta de misterio. No dejó nada escrito y todo lo que sabemos de él es gracias a sus discípulos Platón y Jenofonte, y por su adversario Aristófanes. Los aspectos reales de su condena a muerte no están claros, e incluso se ha discutido de forma seria si realmente fue castigado a ingerir cicuta.  Todo sobre él es extraño, paradójico, fuera de lo corriente… como el gran filósofo que fue.

 

Por qué murió Sócrates: ¿era homosexual?

De lo poco que sabemos de Sócrates es por el famoso juicio que acabó con su vida. «Sócrates delinque al no creer en los dioses en que cree la ciudad (Atenas)», sentenció el Tribunal de Pritaneo. A pesar de que fue acusado por intolerancia religiosa, siempre se ha vinculado el fallo judicial a motivos políticos.

Sócrates ridiculizaba de forma constante a los poderosos de Atenas. Esta situación hizo que fuera relacionado con Alcibíades, que favoreció a Esparta tras la derrota ateniense en la Guerra del Peloponeso, y con Critias, miembro del «Gobierno oligarca de los Treinta» impuesto por la enemiga Esparta.  Fue condenado a muerte y por principios él mismo se envenenó, a pesar de que sus seguidores habían planeado su huida.

Sin embargo, una interpretación literal de las acusaciones al maestro en el misterioso proceso, han creado un nuevo interrogante: ¿Pudo ser condenado Sócrates por ser homosexual?

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La muerte de Sócrates, obra del francés Jacques-Louis David (1787).

La supuesta homosexualidad del filósofo se basa en los escritos de Jenofonte y Platón. El primero plasmó en sus Recuerdos socráticos cuenta las palabras de Sócrates a Critóbulo, un joven que había besado al hijo del ya citado Alcibídades; en ellas, recomienda al joven que no se enamore de un «muchacho hermoso», ya que puede pasar de hombre libre a esclavo. Para Jeremy Taylor, que el maestro griego no rechace al homosexual no quiere decir que él mismo lo sea.

El especialista francés en cuestiones socráticas G. Sorel, en su tesis Examen critique du procès de Socrate, defiende que Sócrates criticaba la homosexualidad muy asentada en Atenas a través de la enseñanza y de ponerse en el lado del otro.

Para ambos autores, es una sospecha infundada, alimentada por los diálogos de Platón. En ellos, Platón refleja el amor socrático de una forma puramente literaria que da lugar a error. Hay que tener en cuenta que Sócrates estuvo casado con Jantipa, con la que tuvo tres hijos.

¿Qué veneno bebió Sócrates?

Siempre se ha dado por sentado que el filósofo griego murió al ser obligado a beber zumo de cicuta. Nunca se ha puesto en duda hasta que se ha comparado la Historia con los avances de la medicina moderna.

Por ejemplo, el doctor francés Augustin Cabanès rechazó que la cicuta fuera uno de los ingredientes que tenía el veneno que mató a Sócrates. De la misma opinión de Cabanès habían sido Sauvages y Bulliard, médicos del siglo XVIII.

Mateo Orfila, científico español y padre de la toxicología, aseguró que los síntomas que tuvo la víctima distaban mucho de lo que provocaba la cicuta que usaban los griegos, ya que no tenía los mismos efectos que la potente cicuta del norte de Europa. También sugiere que es imposible que fuera suministrada sola, sino que desde siempre este tipo de pócimas derivaban de mezclas con varias sustancias. Los síntomas de la muerte de Sócrates concuerdan más con la ingestión de drogas opiáceas.

Por tanto, es posible que el zumo de cicuta que envenenó a Sócrates no solo llevara la toxicidad de esta planta en estado puro, sino que también incluyera sustancias opiáceas para que la muerte fuera menos dolorosa. En la Antigua Grecia ya se conocía la mezcla de cicuta con opio como estupefaciente, como demuestra Teofrasto. Además, es conveniente decir que aquellos personajes con influencia podían negociar para intentar rebajar la pena; Platón tuvo algunas conversaciones con el verdugo que creó el fármaco para que la sustancia que se iba a proporcionar a su maestro fuera menos atroz.

 

Sócrates y la adivinación

Durante la Antigua Grecia, la adivinación estaba a la orden del día. La astragalomancia (huesecillos con letras del alfabeto),  las visiones en agua y fuego, las entrañas de cordero, el vuelo de las aves, las tormentas… Las prácticas para intentar predecir el futuro variaban en la forma, pero todos tenían el mismo objetivo: saber qué es lo que iba a ocurrir el día de mañana.

Los gobernantes y generales se rodeaban de adivinos para intentar saber si sus mandatos iban a ser prósperos o si las campañas militares acabarían en éxito. También los oráculos se convirtieron en lugares especiales con un halo de divinidad de extremada importancia.

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La adivinación estaba muy asentada en la Antigua Grecia.

Sócrates no estuvo exento a las creencias de su tiempo y la adivinación no iba a ser una práctica reacia al filósofo. El Banquete de Platón cuenta que Sócrates de joven visitaba a Diotima de Mantinea, una sacerdotisa de la que se decía que había acabado con una plaga en Atenas al conseguir el favor de los dioses con sus sacrificios de animales. Gracias a Diotima, aquel joven pudo construir su idea del amor y ya de paso entrar de lleno en el mundo de la adivinación, que lo atraparía desde temprana edad.

En Fedro, Platón asegura que Sócrates aceptaba a los adivinos que confiaban en la palabra divina, pero no a los que ven mensajes proféticos en entrañas de corderos o en vuelos de aves. Sócrates distingue la videncia natural de la videncia artificial; la primera es de inspiración divina, mientras que la segunda sigue remedios humanos.

La filosofía socrática respeta la adivinación en tanto en cuanto piensa que su trasfondo es de origen divino. Cicerón en De divinatione afirma que Sócrates practicó la adivinación de manera frecuente, donde recibía mensajes de su daimón personal, del que hablaremos más adelante.

Y como cree que el futuro solo está al alcance divino, no se dudó en acudir al Oráculo de Delfos, uno de los más famosos de la Antigüedad. Empujado por la curiosidad, su discípulo Jenofonte acudió a dicho oráculo para consultar si Sócrates era buen maestro. La respuesta fue clara: aquel pensador era el más sabio de los hombres.

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Restos del Oráculo de Delfos, que dictaminó que Sócrates era el hombre más sabio de su tiempo.

 

El misterioso daimón de Sócrates

Los daimones son seres que, según la mitología griega, intermedian entre los mortales y los dioses. Son genios protectores y sabios que ayudarían a los hombres a tomar buenas decisiones. Sócrates decía de ellos que eran «hijos bastardos de los dioses», nacidos de un mortal y una ninfa; y la creencia de la época los definía como almas de los muertos más sabios que merecen un espacio más elevado que los humanos.

Lo cierto es que el propio Sócrates reconocía en sus discursos tener contacto directo con un daimón. Este ser le acompañaba siempre, daba consejos y advertía al maestro de sucesos que iban a ocurrir. Su daimón había llegado a él durante su infancia y actuaba como una «voz» que indicaba mensajes proféticos para que Sócrates actuara antes de que ocurrieran.

El misterioso daimón era clave para todas las decisiones que Sócrates tomaba. En una ocasión rechazó a unos estudiantes por consejo de esta «voz», y en otra se salvó de ser reprendido al hacer un discurso religiosamente incorrecto. Su confianza en este ente era tal que llegó a decir que el insólito ente era el que hablaba por él.

Las constantes referencias del filósofo a un enigmático ser que marcaba su porvenir levantó las sospechas de los más poderosos de Atenas. De hecho, fue una excusa para aumentar la lista de acusaciones en el juicio, donde se vislumbraba en la figura del daimón como un intento por parte de Sócrates de burlarse de la religión oficial del Estado.

 

Sócrates, iniciado en los misterios eleusinos

Pero si hay un contacto directo de Sócrates con lo numinoso, fue cuando se inició en los misterios eleusinos. Los misterios eleusinos eran los ritos de iniciación más importantes que se celebraron en la Antigüedad. Llevados a cabo en la ciudad griega de Eleusis, tenían tanta fama que fueron adoptados después por el Imperio romano.

Los ritos eleusinos estaban orientados al culto a las diosas Deméter y Perséfone, sucedían en el primer mes del calendario ático y se alargaban durante nueve días. Las fuentes clásicas los definen como un «acercamiento a lo que se encontrarían en el más allá» y solo eran accesibles para unos pocos iniciados.

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Representación que recuerda los misterios eleusinos, en los cuales participó Sócrates

Sócrates fue uno de esos pocos elegidos que fueron instruidos en los misterios eleusinos.  Participó en el traslado de objetos sagrados al Eleusinion, templo situado a los pies de la Acrópolis de Atenas donde comenzaba la ceremonia por los hierofantes; es en este lugar donde se sacrificaba un cerdo joven con motivo de los rituales.

Después, Sócrates caminó 25 kilómetros hasta llegar a la ciudad de Eleusis en la llamada «Vía Sagrada», en el que el iniciado portaba ramas conocidas como bakchoi.  Una vez en Elesusis, ayunó y tomó el kykeon, una bebida especial que mezclaba poleo y cebada y que era uno de los puntos importantes de los misterios eleusinos. Finalmente entraría en una gran sala, el Telesterion, donde contempló las reliquias de Deméter e intentó ver a través del fuego el Más Allá.

Los misterios eleusinos se cerraban con el sacrificio ritual de un toro, cuya sangre era recogida en unas vasijas y vertida por los iniciados para honrar a las almas de los muertos. Para Sócrates, los misterios tenían un significado real, donde el que había sido purificado e iniciado podía tener comunicación directa con los dioses y saber lo que esperaba a los hombres después de la Muerte.

Quizá, su iniciación en los ritos de Eleusis fue ese empujón necesario para comenzar su búsqueda de la sabiduría; una búsqueda no exenta de interrogantes y enigmas que acabó con su condena a muerte por unos griegos temerosos de que un filósofo fuera capaz de revolucionar a una polis entera con sus ideas.

 

5 Comments

  1. Una reseña muy interesante sobre la vida del primer filósofo, o padre de la filosofía.

    Siempre es interesante conocer anécdotas, y rarezas vitales de los personajes que dejan su impronta en la historia del pensamiento.

    Nos ofrecen un contexto, muy adecuado para iniciar a los legos en las vidas de estos sabios, para luego, ayudarlos a aprehender las enseñanzas de sus sistemas filosóficos.

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  2. A excepción del tema de su homosexualidad, ya que era hijo de su época y ese concepto no existía en la antigua Grecia, incluso ni era considerado como una acción fuera de la norma, como el día de hoy

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