La hechicera de Getafe que causaba el pánico entre sus vecinos

En el año de 1748, los vecinos de Getafe supieron lo que era pasar miedo. Por aquel entonces, no era la ciudad industrial madrileña que es hoy, sino que era un pueblo agrícola donde todos sus habitantes se conocían y las noticias pasaban de boca en boca con una rapidez pasmosa. Rapidez que aumentaba si se trataba de advertencias.

Getafe no tenía miedo de algo, sino de alguien. Oían las historias que se contaban de Teresa Díaz, esposa del albardero, las cuales infundían temor a todo aquel que las escuchara. Eran conscientes de que en cualquier momento se podían topar con esta mujer en cualquier recoveco de las angostas calles del pueblo.

Hoy en día, la figura de Teresa Díaz no significa nada, ha quedado en el olvido. Pero los viejos legajos de la Inquisición todavía dan fe de unos sucesos que atormentaron a una población entera. Sucesos que llevan un nombre, o mejor dicho, un sobrenombre propio: la hechicera de Getafe.

Teresa Díaz, capaz de dejar impotente a un vecino de Getafe

Manuel Delgado era un habitante más de Getafe que se dedicaba a la agricultura. Casado con Manuela López, era un hombre de bien y por ello apreciado por sus vecinos. Nunca había tenido un problema con nadie hasta que Teresa Díaz se cruzó en su camino.

Teresa Díaz era la mujer del albardero y muchos la conocían como «la Albardera». Era una anciana de estatura media y pelo cano, aunque de joven tuvo que ser rubia al tener algún que otro mechón dorado. Sin embargo, todo Getafe intentaba evitarla como fuera por miedo y horror, pues de ella se decía que tenía un mal modo de vivir. Se rumoreaba que era, nada más y nada menos, que una hechicera.

Por tanto, la suerte no sonrió a Manuel Delgado cuando vio que se acercaba aquella repudiada mujer. Intentó no prestarla atención dándole la espalda, pero en el momento que pasaba a su lado, Teresa Díaz metió mano a Manuel por debajo de sus pantalones y lo agarró por los calzones sin ningún tipo de vergüenza. El hombre, superando su miedo inicial gracias al enfado, preguntó a la anciana qué estaba haciendo, recibiendo una enigmática respuesta procedente de una risa maliciosa: «te he sacado algo que se te había metido en tus calzones».

El extraño encuentro que tuvo con Teresa Díaz tendría sus secuelas. Al día siguiente y en otros muchos, se dio cuenta de que se veía «imposibilitado para hacer uso de su matrimonio». De hallarse bueno y sano, la impotencia se adueñó de su cuerpo cuando intentaba yacer con Manuela López, su esposa. Debido a estos «accidentes», Manuel se dio cuenta que su impotencia podría provenir de lo ocurrido con la mujer del albardero.

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Imagen del pueblo de Getafe en siglos anteriores

Al contar a Manuela lo sucedido con aquella señora con fama de hechicera, esta lo obligó a que fuera a buscarla para que volviera a ponerlo sano y viril. Manuel, lleno de coraje, se presentó en la casa de Teresa Díaz, que invitó al hombre a dar una vuelta para no levantar sospechas. Finalmente, acabaron en el hogar del propio Manuel, donde se reunieron la pareja y la mujer que tenía mala reputación.

Manuela López, al ver a Teresa, entró en cólera y la acusó de haber ligado a su marido, esto es, haber realizado un maleficio para que este perdiera su potencia sexual para engendrar hijos. La señora aseguró que tenía delante de ella a una auténtica bruja, y que no dudaría en delatarla a la Inquisición si no devolvía a su esposo a su estado natural de plenitud.

Teresa Díaz, amenazada por Manuela López, no dudó en admitir lo ocurrido y decir que Manuel Delgado desde aquel momento estaría bien. Aquel día el hombre recobró sus facultades, aunque nunca vería a su esposa embarazada.

El tesorero real del pueblo, víctima de la hechicera de Getafe

Manuel Delgado no sería el único vecino de Getafe que habría conocido los oscuros métodos de Teresa Díaz. Otro Manuel, el tesorero real de esta población, pudo comprobar en su propia persona lo que se comentaba de aquella anciana en las comidillas de la localidad madrileña.

El tesorero se llevaba muy bien con Mateo Franco, esposo de Teresa Díaz y albardero de profesión, por lo que muchas veces iba a su casa a visitar a su amigo. En  una ocasión, cuando iba a abandonar la casa del albardero, Manuel se vio asaltado por Teresa, que comenzó a cortejarlo. Esta ofreció una taza de vino que había sacado de un botijo y para no hacer un feo a la mujer de su amigo, se la bebió y se despidió. A partir de entonces, Manuel no iba a ser el mismo.

Desde aquel encuentro, el tesorero de Getafe se daba cuenta que no estaba hábil para mantener relaciones íntimas con su esposa, María Muñoz, sumiéndose en la tristeza. De estos sentimientos apagados se dio cuenta María, que preguntó a su marido qué motivo tenía para estar triste. Manuel fue claro en todo momento: creía que Teresa Díaz le había ligado con una taza de vino.

Teresa Díaz
Proceso de fe de Teresa Díaz, vecina de Getafe (Archivo Histórico Nacional)

Ambos fueron en busca de Teresa, a la que encontraron en su casa. Rápidamente la instaron a que recuperara a Manuel del maleficio que había hecho, mientras ella espetaba que ella no era una señora de semejantes tratos. Sin embargo, la pareja amenazó de forma severa a la anciana con delatarla al Santo Oficio. Es en este momento cuando la albardera cambia de actitud, y dice al matrimonio que se pasaran por su casa después del espectáculo de títeres que se celebraba en Getafe por aquellos días.

 Una vez acabada la función de los títeres, Manuel y María se presentaron en la vivienda que habían visitado por la mañana, donde Teresa Díaz estaba esperando en la puerta. Cuando se dirigieron al interior de la casa, la anfitriona les ofreció unas tajadas de morcilla para que merendaran, asegurando eran buenas para la salud y les sabrían a gloria.

El tesorero en un principio se negó a comer aquellas viandas, pero su esposa le obligó y este no tuvo más opción que ingerir las tajadas de morcilla. A partir de aquel instante, Manuel se sintió liberado de los achaques que tenía. Parecía que como si un maleficio se hubiera roto.

La Inquisición de Toledo toma cartas en el asunto

A pesar de que ya no habría más víctimas de Teresa Díaz, el pueblo de Getafe temía a la anciana, la cual era considerada como una hechicera. El pánico que tenían sus habitantes llegó a oídos del Tribunal de la Inquisición de Toledo, que decidió realizar una investigación para arrojar luz sobre lo que se decía de aquella señora.

El 17 de junio de 1748, el Santo Oficio manda a dos comisarios a la localidad madrileña para saber qué había de verdad en el caso. Ya en Getafe, los investigadores no dudan en interrogar por separado a Manuel Delgado, Manuela López, Manuel el tesorero y María Muñoz. También comenzaron a buscar a más gente que supiera de los supuestos maleficios y ligamientos que realizaba la mujer del albardero.

Tras escuchar las versiones de los declarantes, los comisarios mandaron la instrucción a Toledo. El 30 de julio, Teresa Díaz era citada para declarar ante el Tribunal de la Inquisición sospechosa de hacer malificios y de ser supersticiosa. En su declaración no se descubre lance alguno más que lo descrito por los testigos, y con esos datos juzgaría el Tribunal.

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Sentencia del Tribunal de la Inquisición de Toledo contra Teresa Díaz (Archivo Histórico Nacional)

La sentencia saldría casi dos años después, el 15 de enero de 1571. El Santo Oficio aseguró que no tenían las pruebas suficientes para justificar que Teresa Díaz fuera sospechosa de maléfica. Aun así instaba al cura de San Martín de la Vega a que llamara y reprendiera a aquella anciana, pues de repetirse a aquella incómoda situación podría tener un castigo severo. Por tanto, el caso quedó archivado, aunque podría abrirse otra vez si hubiera nuevas pruebas.

Hay que tener en cuenta que en los siglos XVIII y principios del siglo XIX, la Inquisición prácticamente ya no procesaba por casos de hechicería y brujería. La Ilustración había entrado de lleno en España y con ello la superstición comenzó a ser vencida. Si Teresa Díaz hubiera vivido en otra época, quizá hubiera tenido un castigo ejemplar, situando a Getafe en el mapa de los casos de hechicería.