El ‘Orson Welles español’ que sembró el caos al ‘incendiar’ el Museo del Prado

Aún se recuerda la famosa emisión radiofónica de La Guerra de los Mundos con la que Orson Welles sembró el pánico en varias ciudades de Estados Unidos. Poco o nada valió la advertencia de que se trataba de una ficción sonora. Aquel 30 de octubre de 1938, fueron miles las personas que se aterraron en el país porque creyeron que había comenzado una invasión extraterrestre. Sin embargo, poca gente recuerda que un periodista español (zaragozano para más señas) ya había hecho algo similar 47 años antes de la genialidad de Welles. Este redactor de crónicas, Mariano de Cavia, prácticamente ha sido olvidado con el paso de las décadas. Aunque durante días fue el centro de todas las conversaciones por una información que redactó: el incendio del Museo del Prado que nunca se produjo.

Mariano de Cavia, el ‘Orson Welles español’

Es el 25 de noviembre de 1891. El periódico El Liberal, uno de los más leídos de la prensa madrileña del siglo XIX, lleva una noticia que siembra el pánico entre sus lectores. Bajo el titular de «La catástrofe de anoche, España está de luto: el incendio del Museo de las Pinturas» se viene a informar de que el famoso Museo del Prado había ardido durante toda la noche. Detrás de la noticia está Mariano de Cavia. A este periodista se le tiene en alta estima, ya que tiene una gran trayectoria a sus espaldas desde que abandonara su Zaragoza natal. Por ello, nadie duda de lo que se expone en El Liberal.

La información asegura que poco o nada queda de la pinacoteca madrileña. También que a las dos de la madrugada, justo antes de que se cerrase la edición del periódico, un telefonazo les advierte de un incendio en el Museo del Prado. Por ello, Cavia rápidamente se habría desplazado a la Puerta del Sol donde se encuentra un gran revuelo por lo que está sucediendo. Esa muchedumbre toma dirección al museo donde efectivamente se confirmarían todas las informaciones: el edificio construido por Ventura Rodríguez ardía sin parar.

Titular con el que Mariano de Cavia comienza la noticia

Mariano de Cavia recoge los llantos, auxilios y hasta blasfemias de los que presenciarían la catástrofe. «Europa entera dirá mañana que España ha perdido uno de los pocos florones que quedaban en su corona», asegura un testigo del suceso al periodista zaragozano. Soldados y algunos voluntarios se habrían internado entre las llamas con navajas y cuchillos para arrancar las pinturas de los marcos, pero sin éxito. El estupor y la consternación gobiernan frente al fuego que sume en cenizas al Museo del Prado. Nadie sabe explicar el origen del incendio (dicen que surgió en un desván destinado al personal por un brasero o una colilla mal extinguida).

Lo más llamativo de la noticia de El Liberal es que uno de los heridos por el supuesto incendio del Museo del Prado es Linares Rivera, el ministro de Fomento. El político habría intentado entrar en la pinacoteca en llamas para salvar algunos cuadros. Sin embargo, habría tenido que ser rescatado al hundirse el techo de la galería principal e impactar uno de los tablones en su hombro. Linares Rivera habría sufrido una herida leve, pero Mariano de Cavia elogia su valentía y su estéril sacrificio. Algo que no dice de Cánovas del Castillo, a quien culpa de la catástrofe, así como de los males que viviría el país en aquellos días.

Artículo de Mariano de Cavia en El Liberal que informa del supuesto incendio del Museo del Prado

El revuelo provoca que Mariano de Cavia desmienta la noticia

Al día siguiente de que Mariano de Cavia comunicara el pavoroso incendio del Museo del Prado, la opinión pública se pone en marcha. Los más curiosos se van acercando a las puertas del edificio que habría ardido por la noche. La histeria y la preocupación es palpable en las conversaciones de primera hora de la mañana. No obstante, todo aquel que llega a la pinacoteca se lleva una agradable sorpresa: no solo el Prado está intacto, sino que las obras maestras de su colección están como siempre.

Tras correrse la voz de que al museo no le ha pasado nada, las caras de preocupación y de impotencia se transforman en rostros de alivio, no sin antes mostrar su indignación. La opinión pública sabe que Mariano de Cavia les ha tomado el pelo y por ello piden explicaciones. La diversidad de posturas generadas por la fake new del incendio del Museo del Prado provoca que el periodista maño salga al paso de las críticas para explicar el porqué de su crónica.

Mariano de Cavia, el ‘Orson Welles español’

Sus alegaciones se publican al día siguiente de la polémica información en el mismo periódico con el titular de «Por qué he incendiado el Museo de las Pinturas«. Comienza poniendo de ejemplos otros incendios que han tenido lugar a lo largo de la Historia española como el del alcázar de Segovia o el de San Lorenzo de El Escorial. Asegura que los lectores de El Liberal no habrían leído todas las líneas, ya que efectivamente en el ejemplar se confirma que se trata de una crónica ficticia. Mariano de Cavia remarca el «amor a las glorias y a lo bello que profesa el pueblo español», así como argumenta que su crónica responde a una crítica a la situación de deterioro que tendría el Museo del Prado.

El cronista pone como ejemplo la invención de cierto corregidor de Londres de un incendio en el British Museum para comprobar lo eficaz que es el protocolo de actuación. En este caso, lo que buscaría, según sus palabras, es criticar el mal cuidado que habría en el Museo del Prado, así como su estado de degradación, para llamar la atención de los gobernantes: «¿Se logrará evitar una de esas desdichas con estas amonestaciones, punzantes sí, pero las únicas que pueden ser de algún provecho?». La noticia aclaratoria también causó tanto impacto que a los dos días, el ministro Linares Rivera (uno de los protagonistas que aparecen en la información ficticia) se acercó al lugar para corroborar que todo estaba perfecto y para ver esas vulnerabilidades que señalaría Cavia.

Artículo aclaratorio de Mariano de Cavia

El incendio que casi sí se produce en el Museo del Prado

Mariano de Cavia usó antecedentes históricos para ingeniar un fantástico incendio en el Museo del Prado. Sin embargo, durante la Guerra Civil, los malos presagios del ilustre cronista casi se cumplen. Entre octubre y noviembre de 1936, la ciudad de Madrid es bombardeada por las aviaciones italiana y alemana que apoyan al bando franquista. Si bien se tiene la premisa de no atacar edificios de gran carga patrimonial, el Museo del Prado se prepara para salvaguardar los lienzos para prevenir cualquier «desdicha» como las que mencionaba Cavia.

Los peores presagios se cumplen el 16 de noviembre. Varios proyectiles alcanzan al edificio del museo y se cuelan dentro del edificio. Las vidrieras del Prado quedan destrozadas, las persianas impracticables y una escultura renacentista del italiano Agostino Busti bastante dañada. Aun así, tres días después, el incendio temido se podría haber desencadenado. Los encargados de la pinacoteca se percatan de que en la cubierta del edificio existe una bomba incrustada que se había incendiado y que, sin explicación plausible, se había apagado sola sin llegar a extenderse las llamas. Tras estos sucesos, el gobierno de la República decide culminar el traslado de las obras expuestas en ese periplo que pasará a la Historia por las andanzas e imprevistos que tuvo hasta llegar a Valencia. Unos contratiempos que, como diría el «Orson Welles español«, eran mejor que llorar lo irremediable.

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